
Traducido por OuterSpace
«Bill, the Palm Tree»
Primera parte
El sol brillaba, las aves cantaban y el cielo azul estaba despejado. Desde arriba, Bill suspiró al mirar la calle llena de gente.
Todos en L.A. parecían tener prisa allá abajo. Estaban muy ocupados, demasiado absortos en sus propias vidas como para siquiera levantar la vista para mirar a Bill. Era solitario eso de ser una palmera, pero al menos tenía las hojas más hermosas de todo el boulevard. Georg, que vivía al otro lado de la calle, sólo tenía unas cuantas hojas debiluchas que estaban decentes, pero no eran las mejores y ¡Gustav no tenía ni una!
Sí, Bill era la palmera más bonita y lo sabía.
No obstante, ser bonito tenía sus desventajas y Bill en ocasiones se preguntaba si ésa era la razón por la que aún no encontraba el amor. Tal vez la gente se intimidaba mucho por su belleza. Si no fuera por sus malditas raíces, hubiera partido lejos para encontrar a su verdadero amor. Pero la realidad era que nunca podría moverse.
En una ocasión, Bill creyó que Katy Perry lo había logrado, pero resultó que sólo había sido porque un huracán la arrancó del piso y se murió. Hubiera podido sentir pena por ella si no hubiera sido una perra con él por sus hojas.
Bill suspiró de nuevo, deseando que alguien le moviera la banqueta, por así decirlo. Luego bajó la vista a sus raíces para echarle una mirada al río de humanos que fluían a unos siete metros por debajo.
Alguien captó su vista. Era Tom. Bill sabía que ése era su nombre porque en ocasiones se detenía bajo la sombra de Bill para hablar por teléfono. Hoy era uno de esos días.
Bill creía que Tom era precioso. Alto, torneado y bronceado; hablaba con un acento exótico y cuando se inclinaba contra el tronco de Bill, Bill podía sentir lo sexy que era Tom.
Tom se quedó a hablar con quien fuese que estuviera en la otra línea por diez minutos y Bill hizo su mejor esfuerzo por protegerlo de los rayos del sol. Incluso movió sus hojas un poco, esperando poder enviar una fresca brisa para que Tom no empezara a sudar bajo el implacable sol de L.A. Luego Tom continuó su camino, moviéndose con facilidad entre la multitud y al final desapareció por el boulevard.
Bill suspiró pesadamente de nuevo y rezó porque Tom y él pudieran enamorarse perdidamente en otra vida.
Segunda parte
Bill estaba muy ocupado abanicando sus hojas en la briza de la tarde cuando algo pequeño y duro se azotó en la parte más alta de su tronco.
—¡Auch! —gritó.
Sacudió sus hojas con fuerza, intentando sacarse de encima lo que fuera que había caído en su cabeza. No se movía, pero Bill podía sentirlo y escucharlo.
¿Quién era este indeseado huésped?
Resopló cuando se sintió irritado y sus hojas más pequeñas se movieron por su exasperación. No era un ave, por mucho que las detestara, al menos ellas se sentían más livianas incluso aunque se cagaban en todos lados. Quien fuese que estuviera ocupando su perfecta melena de hojas lo había golpeado como un montón de ladrillos. Tal vez un pequeño montón de ladrillos, pero sí había dolido.
—¡Quítate de encima! —intentó con la agresión verbal.
—¡No puedo! —dijo una voz pequeña.
Finalmente, algo pequeño y plateado rodó hasta su ángulo de visión. Era una cuchara; una pequeña y bonita cuchara con rastas y una carita roja y enojada. Bill decidió no hacer preguntas sobre las rastas.
—Sí, sí puedes. Sólo tengo que agitar mis hojas.. —Bill hizo amago de hacer lo que dijo, pero la pequeña cuchara gritó.
—¡No! ¡Moriré! ¡Es una gran caída!
Bill rodó los ojos. Esta cuchara era una reina del drama.
—¿Y de dónde vienes? —miró a la cuchara con sospecha.
—Una urraca me tiró. —chilló la cucharita que claramente seguía traumatizada por su mala experiencia. Bill sintió un poco de pena por la cosita, pero no era suficiente como para eclipsar el disgusto que había sentido con el violento aterrizaje de la cuchara.
—Esas cosas molestas… creí que desaparecerían cuando Katy Perry murió —murmuró Bill—. Bueno, no puedes quedarte aquí.
El sol brilló y Bill levantó sus hojas para disfrutar de algunos rayos, decidiéndose por ignorar a su nuevo inquilino y esperando a que el problema se resolviera solo.
—¿No me puedo quedar? —la cuchara estaba mirando a su alrededor curiosamente.
La atención de Bill volvió de golpe a la cuchara.
—¡No!
—¿Por qué no? —preguntó la cucharita, dando vueltas para enredarse en una de las nuevas hojas de Bill. Un pequeño retoño que apenas estaba floreciendo.
—No hay espacio. —dijo Bill rápidamente.
—Hay mucho espacio —dijo la cuchara—. Tienes hojas muy bonitas.
Bill no pudo evitar pavonearse.
—¿Tú crees?
—Oh, sí —dijo la cucharita—. Por cierto, soy Tom.
—Yo soy Bill. —contestó Bill, moviendo sus hojas para acariciar la cabecita de Tom.
—También tienes un nombre bonito. —dijo Tom, enviándole a Bill una mirada tímida.
Bill se hubiera sonrojado si pudiera.
—Ok —cedió—. Puedes quedarte.
Tom brilló.
—¡Gracias!
Bill miró a la pequeña cuchara y movió sus hojas para que Tom quedara protegido en un suave abrazo. Incluso si Tom, el sensual humano ni siquiera sabía de su existencia, Tom la pequeña cuchara era más que suficiente para Bill la palmera.
F I N
Estoy muy, muy feliz el día de hoy así que decidí ponerme a traducir en cuanto vi la respuesta de la autora dandome el permiso, incluso aunque mis ojos ya no aguantan más.
Creo que es la traducción más ¿suave? que he hecho, pero espero que les haya gustado. 🙂 Realmente no es el tipo de cosas que suelo leer, pero me volvió loca la idea de Bill como una palmera y Tom como una cucharita. :3 Fue algo diferente.
A los que leyeron: ¡gracias por leer! ¿Un saludo a la autora? No olviden dejarnos un comentario. 🙂 Y si no puedo convencerlas con palabras, espero que esta imagen de Tom la cuchara pueda hacerlo… 😉 Un abrazo, feliz fin de semana.
xD que risa, aaawww no vi a Tom la cuchara 🙁
Not the little spoon😭😭 adorable
Es la cosa más rara que he leído hasta ahora 🤣🤣 sin embargo la disfruto muy linda 🥹💖