MizukyChan: Este One-Shot es del 1014, surgió de una entrevista a los Kaulitz, donde decían que querían irse a vivir a la India y, como hace poco, anduvieron paseando por allá, me acordé y lo re-subí en esta web (creo que también está en wattpad, si es que no lo han censurado jijiji) Que lo disfruten…

(Leyenda Urbana de MizukyChan)
«GOLEM»
En dos semanas, los Kaulitz cumplirían un año viviendo en la India, su vida allí, había sido exactamente lo que ellos planearon… libre.
La gente que vivía en los alrededores de su hogar, no los conocía como celebridades. Para los vecinos, ellos eran una pareja encantadora y agradable. Por su personalidad, los gemelos eran muy fácil de querer, en especial Bill, quien conversaba con los lugareños sin hacer distinciones de color o apariencias. Por fin se sentía libre, porque podía amar a Tom abiertamente y eso para él, era la verdadera libertad.
Sin embargo, el destino tenía planeada otra cosa para ellos, algo que ninguno esperó. Tom sufrió la mordedura de un arácnido desconocido, la reacción alérgica en su cuerpo tardó en presentarse, pero cuando lo hizo, fue inexorable.
El segundo día que estuvo en el hospital, los delirios por la fiebre, hacían llorar a Bill, quien no podía hacer absolutamente nada más que sujetar la mano de su agónico amante.
El médico había entrado por la mañana al cuarto con las trágicas noticias, el veneno de la araña estaba en todo el torrente sanguíneo del trenzado, quien agonizaría hasta morir.
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La vecina más cercana de los Kaulitz entró a la habitación con la mirada triste, se enteró de lo ocurrido y corrió a visitar a sus nuevos amigos, pero al ver al chico rubio tan destrozado por la futura muerte de Tom, su pecho dolió. Tomó la otra silla disponible y se sentó cerca de la puerta.
—Hay una leyenda que corre entre nuestra gente —dijo con la voz suave, sin estar segura en realidad, si Bill la escuchaba o no—. En ella, cuentan que un chamán es capaz de traer a la gente de vuelta a la vida. Sólo debes amar mucho a la persona fallecida y crear un golem para simular un nuevo cuerpo.
No hubo ninguna reacción por parte del chico y la mujer de mediana edad, pensó que lo mejor era retirarse y darle privacidad a su joven amigo. Debía despedirse adecuadamente de su amado Tom, ella ya había hecho su parte, después de todo, lo que le contó era solo una leyenda que había oído cuando era niña, ni siquiera sabía si podría funcionar.
Pero Bill sí la escuchó y muy atentamente. Tenía el ceño fruncido; regresar a la gente de la muerte era médicamente imposible, pero tampoco podía confiar en la medicina, porque justamente un doctor fue quien le dio la peor noticia de su vida: la próxima muerte de su gemelo. La religión condenaría ese hecho, llamándole “herejía”, pero él nunca había sido religioso y si podía creer en alguien, solo creería en Tom. Entonces, ¿qué le impedía correr el riesgo?
Sacó su celular del bolsillo y cargó una página de google, buscando la palabra “golem”. Vio imágenes y leyó todo lo relacionado con traer a un muerto a la vida.
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Dos días transcurrieron y Tom iba decayendo rápidamente, su rostro lucía de una tonalidad amarillenta, que solo los enfermos terminales poseen, haciendo estremecer a Bill cada vez más.
El rubio había hecho llamadas y por fin había encontrado a un verdadero “chamán” y no al típico médico brujo que se viste aparatosamente, solo para lograr engañarte y sacarte una buena suma de dinero. Habían acordado encontrarse cuando el fatal suceso aconteciera, porque Bill no quería separarse del lado de su hermano, hasta que dejara este mundo. Todavía tenía la confianza de que en algún momento abriera los ojos y se despidiera de él.
Al cuarto día de estar en el hospital, el trenzado abrió los ojos. Bill estaba a su lado con la cara enterrada en la cama, dormido. Tom sonrió al verlo y quiso mover su mano, notando que era sostenida por su adorado gemelo, quien al sentir el movimiento, abrió los ojos de inmediato.
—¿Tomi? —susurró el rubio, temeroso de que aquello fuera solo un sueño.
—Hola… —respondió con la voz rasposa.
—Te amo tanto.
—Y yo a ti, Bill. No quiero marcharme y verte sufrir.
¿Por qué decía esas cosas? ¿Acaso notaba que estaba a las puertas de la muerte?
—No te irás a ninguna parte, Tomi. Solo estás enfermo, ya te repondrás y seguirás amándome el resto de tu vida.
—Te amaré el resto de mi existencia, Bill. Hasta que volvamos a estar juntos, más allá de la muerte… —susurró apretando los ojos, en señal de dolor.
El rubio se puso de pie y gritó a la enfermera que ayudara a su hermano, que estaba sufriendo, pero cuando los médicos llegaron, ya era muy tarde y el joven de bellas trenzas, había dejado de respirar. Cubrieron su rostro con la sábana blanca, anotaron los datos de su defunción, mientras Bill lloraba a lágrima viva su partida.
Él sabía que ese momento llegaría, también sabía que le dolería, pero nunca creyó que tanto.
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Al día siguiente, el sepelio se realizó con todos los rituales indios que el chamán le había ordenado previamente. Los amigos y familiares estaban tan consternados y tristes como el mismo Bill, aunque obviamente nadie lo extrañaría de la misma forma que el rubio.
Bill había llorado como nunca en toda su vida, se sentía vacío, como si parte de su cuerpo le hubiese sido arrancada, su otra mitad ya no estaba y él lo sentía físicamente. Su madre estaba preocupada, deseaba poder llevarse al hijo que le quedaba, a casa, para cuidarlo y evitar que a Bill le ocurriera algo similar de lo que pasó con Tom. Pero el menor se negó.
Los G’s ofrecieron quedarse allí con él, para acompañarlo en su luto, pero también fueron rechazados. David estaba nervioso, temía por la sanidad mental del ex cantante, porque había descubierto algunos libros sobre magia negra y rituales satánicos en su biblioteca. En el peor de los casos, Jost creía que Bill acabaría suicidándose.
Pero el rubio, los despidió a todos con una media sonrisa y los ojos tristes, asegurándoles que intentaría volver a la normalidad, que trataría de continuar sin Tomi a su lado.
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Una semana completa después del funeral, Bill estaba histérico, tomó el celular que había dejado de lado y marcó el número que había ignorado los últimos tres días.
—Iré esta tarde, a las cinco de la tarde como dijiste.
—Allí estaré. —Fue la criptica respuesta.
El lugar era extraordinario, había gran cantidad de luz por ser temprano en la tarde, lo cual le permitió admirar la maravilla de aquella construcción. Había sido un templo hacía muchos años, pero cuando hubo una tormenta que lo inundó, decidieron abandonarlo, sin embargo, hasta la vegetación parecía respetar su construcción, porque la flora crecía por los alrededores o sobre sus paredes, sin destruir nada a su paso, sino todo lo contrario, volviéndose uno con ella.
Bill soltó un gran suspiro al entrar por una de las puertas, estaba frío en el interior y sus ropas delgadas no le ayudaron a mantener la temperatura de su cuerpo.
—No es frío por falta de calor —comentó una voz, cerca del rubio—, es porque hay muchas almas aquí, les gusta la paz de este lugar y prefieren quedarse aquí.
—¿Eres el chamán? —preguntó Bill, notando que la voz del hombre era muy vital, para alguien que debería tener unos sesenta años.
—No, soy Adrianno, su nieto, he venido para evitar que crees el golem.
—¿Eh, por qué? —cuestionó el rubio, sintiendo que sus manos se empuñaban de ira, no quería que justo ahora se interpusieran en sus planes de revivir a Tomi.
—¿Nunca te dijeron cuando niño, que no jugaras con la muerte?
—La verdad, no. Me dijeron que no jugara con fuego, porque me podría quemar, pero nunca mencionaron a la muerte. —Bill miró de frente al joven castaño, que había caminado hasta quedar muy cerca de él. No sintió temor, sino ganas de hacer lo que había venido a hacer.
—Es porque con la muerte no se juega. —Cambió el tono de voz al ver la decisión en la mirada del rubio—. Mira, entiendo que amas a quien perdiste.
—No lo entiendes, si lo hicieras, ni siquiera intentarías detenerme. Porque según yo lo veo, tengo solo dos opciones; una, traigo a Tom a la vida; dos, me mato y me voy con él.
Adrianno arrugó el ceño, no había nada que hacer allí, así que solo se limitó a hacer la última advertencia.
—Debes tener cuidado —dijo, notando que las facciones del rubio se relajaban—, cuando traes a alguien de regreso, ellos… no vuelven de la misma forma.
—¿Eh? ¿Le faltará una pierna, un brazo, o algo así? —Ese era el mínimo de los problemas para Bill, con tal de tener a su Tomi de regreso, no le importaba tenerlo paralítico de por vida.
—No, hablo de… —Trató de decirlo de la mejor forma—, de su forma de ser, de su alma.
—¿Su alma?
—Puedes revivir el cuerpo desde el mismo barro, tal como Dios creó a Adán del polvo, pero no tenemos el poder de Dios para poner el alma dentro del envoltorio. No siempre se sabe si el alma entra del todo en el cuerpo del golem o… si es el alma de la persona correcta.
—¿Qué quieres decir?
—Observa al golem, nota si es diferente y detenlo cuando sea necesario. Es todo. Mi abuelo te espera en el último atrio del templo, sigue derecho por esta dirección. —Estiró la mano para señalar el camino y luego salió del lugar, dejando a Bill totalmente nervioso.
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Cuando Adrianno desapareció de los pasillos del templo, Bill retomó su camino por donde le fue indicado. Paso por paso, trató de controlar la respiración mientras meditaba en las palabras del joven: “No siempre se sabe si el alma entra del todo en el cuerpo del golem o… si es el alma de la persona correcta”.
¿Qué significaba todo aquello? ¿Quería decir que no era una buena idea traer a Tomi de regreso, porque tal vez llegara con su alma incompleta? Sacudió la cabeza, quería a su gemelo de vuelta, ya fuera con toda su alma, o la mitad de ella, porque esos escasos días en su ausencia habían sido los más terribles de su vida, era como vivir el infierno del que tanto hablaban los religiosos. Y tal como le dijo a Adrianno, o traía a Tom a la vida o se quitaba la suya para ir con él. Pero de una u otra forma, volverían a estar juntos.
Se percató de que el último atrio estaba al aire libre, había luz y el calor era cómodo. Giró el rostro buscando al chamán, a quien no conocía personalmente, pero se suponía sería un anciano. Abrió mucho los ojos cuando sobre una gran roca, un hombre de piel oscura lo observaba. A Bill le dio la impresión de estar frente a un asesino en serie de película de terror, pero cambió su raciocinio al ver la cálida sonrisa del viejo.
—El aire es más limpio aquí arriba —dijo con calma, tomando su cayado y apoyándose en él, bajó de la enorme roca. Bill estaba atento para ayudarle, si lo veía tropezar, pero nada pasó.
—Mi nombre es Bill Kaulitz. —Se presentó.
—Lo sé, eres el extranjero que perdió a su amante hace unos pocos días. —El rubio se sorprendió de los detalles que conocía—. La gente no para de hablar de tu sufrimiento chico, fue por eso que acepté ayudarte con el golem.
—Creí que al manejar este tipo de poder, más personas lo usaban. —Confesó el menor.
—Al contrario, las personas temen a los golem, porque nunca se sabe que resultará de traerlos a la vida. —El anciano se inclinó ante una bella flor y la arrancó—. ¿Lo ves? —La señaló—. Es hermosa, tal como tu amante, pero si la regreso, nunca volverá a estar tan viva como en un principio.
—Entiendo —agregó Bill, es como si en verdad su Tomi fuera a regresar con una especie de retraso mental o algo así, pero al saber eso, se sintió egoísta y decidió que de todas formas lo quería a su lado.
—¿Estás seguro de lo que vas a hacer? —El rubio asintió—. ¿Serás capaz de aceptar las consecuencias de tus actos y las de tu golem?
—Lo haré.
—Bien… lo haremos ahora.
El anciano guió sus pasos hasta un sector húmedo, en el mismo atrio. Bill se dio una bofetada mental de no haber notado que había esa especie de pantano allí, estaba oculto a los ojos de turistas, pero muy presente para los que sabían de su utilidad.
—Dicen las leyendas, que esa es la materia prima, que de allí fue construido el primer hombre —explicó el viejo—. Debes tomar el barro y la arcilla mezcladas de ahí, para formar el cuerpo que tendrá tu amante.
—Mi Tomi…
Sin importarle destruir su costosa ropa, Bill se metió con todo y zapatos al pozo, para sacar el material y comenzar a formar un cuerpo, de tamaño real.
Estuvo muchos minutos, horas quizás, sacando y sacando barro, armando de inmediato las formas, porque se secaba de inmediato. Los brazos, las piernas, la cabeza, el torso, para luego unir todos en una sola figura larga y delgada.
Los últimos toques fueron, largas tiras de lodo, para simular las bellas trenzas de Tomi. Al alzar la vista, estuvo complacido con lo que veía, no era una obra maestra, pero era un golem con la forma de su amado.
El anciano observó su trabajo, sin intervenir ni una sola vez y al finalizar, alzó la vista al cielo, el cual tenía tonos rojizos, porque el sol se ocultaba. Metió la mano en un bolsillo y sacó un pequeño frasquito.
—Esta será tu única condición, joven Bill. —El rubio lo miró intrigado—. Cada mes, en este mismo día, debes traer a tu golem, a recibir nuevamente esta poción, si no lo haces, él volverá a ser lo que es ahora, solo barro y arcilla.
—Lo haré.
Entonces el anciano se acercó hasta la figura en el piso y derramó un poco del líquido en su boca.
—Está hecho.
—¿Eh? —Bill esperaba una escena casi de película de ciencia ficción, donde su hermano se abriera paso desde el interior de la figura de barro, pero nada de eso sucedió. El cuerpo modelado siguió intacto, incluso más rígido que antes, cosa que lo frustró.
—Debemos irnos ahora —dijo, y aunque su tono era el mismo: suave y melodioso, sus gestos implicaban urgencia.
—¿Por qué? —Atinó a preguntar el rubio.
—Los espíritus vendrán. ¡Vamos! —Tomando su mano, prácticamente lo arrastró fuera del último atrio, llevándolo de regreso a los fríos corredores de la construcción.
—¿Por qué? —Volvió a preguntar el más joven, caminando de prisa junto al chamán.
—Existen algunos espíritus muy poderosos y cuando se vierte el elíxir de la vida, que es un portal para el mundo de los vivos, ellos entran sin respetar el golem, a veces poseen cuerpos de gente que nunca murió —explicó, mientras seguían caminando, hasta llegar a la entrada del templo—. Ahora solo nos queda confiar que Tom entre en tu golem… será cosa del destino.
—¿Cosa del destino? Pensé que esto era seguro. —Gruñó el rubio, notando como la luz del exterior se extinguía casi por completo.
—Solo la muerte es segura en la vida, joven Bill.
—Debes regresar mañana al alba —dio los últimos consejos—. Tom despertará con el nuevo sol. Tienes que estar ahí, para que no se asuste.
—Bien.
—Nos vemos este mismo día, dentro de un mes. Si pasa algo extraño antes de ese tiempo, no dudes en llamarme. —Con un gesto de la mano, el anciano caminó entre la espesa vegetación, hasta que se perdió de vista.
Bill se quedó quieto un momento, hasta que el frío caló su cuerpo. Volteó y se dirigió a su coche, debía regresar a casa, lavarse, descansar y verse espléndido para darle la bienvenida a su amado Tomi.
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A la mañana siguiente, Bill prácticamente voló al lugar donde debía encontrar a Tomi. El último atrio aún estaba a oscuras cuando se puso al lado de la figura de barro, un poco desilusionado de verla nuevamente allí. Silenciosas lágrimas descendieron por sus mejillas al pensar que todo había sido una tontería y que había sido un iluso al creer que alguien podría levantarse de entre los muertos.
Los rayos del sol naciente llegaron al golem petrificado, iluminándolo y dándole el suave calor de la mañana. Lentamente, las cáscaras superficiales de la figura de arcilla, comenzaron a caer.
Bill no se había percatado del suceso, pues su mente estaba hundida en la pérdida de Tom. Y cuando un oyó un leve quejido, abrió los ojos de golpe.
—¿Tomi? —llamó temeroso.
Casi toda la capa superior del golem, había desaparecido y el cuerpo desnudo de su gemelo, se veía en el interior de los remanentes de la figura de barro. Cuando el trenzado abrió los ojos, trató de girar el rostro, gruñendo por la rígida posición.
—¿Tomi, estás bien? —preguntó el rubio, logrando que el mayor se fijara en él, por primera vez y sonriera.
—Bill.
Un gozo extremo inundó el pecho del menor, cuando las manos de Tom se estiraron para tocarlo. Se arrodilló en el piso y atrajo a su hermano, pegándolo contra su pecho, repartiendo besos en el bello rostro de su Tomi.
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No parecía haber cambios en el Tom resucitado, su piel era suave, su voz sonaba igual, físicamente era el mismo. Sin embargo, Bill se percató de que el trenzado no quería estar lejos de él, incluso cuando iba al baño, lo esperaba fuera de la puerta. Era como si el mayor de los Kaulitz, temiera verse solo. ¿Quizás a eso se había referido Adrianno, con que regresaría solo la mitad de su alma? Tal vez había vuelto con un alma más joven, como cuando era un niño y por esa causa no quería sentirse solo.
Un cambio que sí había notado el rubio, era el de sus animales. Sus adorados perros aullaban de noche y gruñían a Tom cada vez que este se acercaba a ellos. Y eso sin mencionar a Kazimir, quien se había dado a la fuga, cuando su hermano volvía a casa. Obviamente lo atribuyó al hecho de que los animales podían percibir cosas que el ojo común del humano, no podía. Pero eso a él no le importaba, podía soportar a sus perros llorando en la noche, mientras él era abrazado y acunado por los fuertes brazos de su gemelo, al dormir.
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Al terminar la primera semana con Tom de regreso, las cosas comenzaron a ponerse raras. Bill había ido a comprar algo para el desayuno, mientras el trenzado seguía profundamente dormido, pero al regresar se asustó de escuchar los aullidos lastimeros de sus cachorros, más fuertes que nunca. Entró rápido a la casa, dejando las bolsas sobre la mesa y fue hasta el patio trasero, donde su Tom, estaba dando de patadas a uno de ellos, mientras los demás le gruñían y ladraban.
—¡Tom! —Gritó.
Al escuchar la voz del rubio, el trenzado se giró con una gran sonrisa y simplemente caminó hasta él, para abrazarlo.
—Bill —dijo, como si nada hubiese pasado.
El aludido dejó pasar esa situación, pero los malos tratos de Tom para con los animales continuaron. Bill optó por obsequiarlos a sus vecinos, quienes comprendían la situación y temían por la integridad física del mismo Bill, quien les aseguraba que Tom jamás le había hecho daño a él.
—Él no es Tom, es golem. —Había dicho un joven vecino de unos doce años de edad, dándole un abrazo al rubio, como consolándolo.
Sin tener animales a los que lastimar, Tom se había vuelto taciturno, no se movía mucho, pero siempre seguía a Bill, a donde quiera que él iba, el trenzado lo seguía. Un día, el rubio lo vio mirando al cielo.
—¿Qué pasa, Tom?
El aludido alzó la mano, señalando el lugar—. Nosotros debemos ir allá.
—¿Por qué? ¿No te gusta este lugar? Tú escogiste la India para vivir.
Fue en esos momentos, en que Tom se giró para enfrentar la mirada de su amado hermano, sus ojos estaban cargados de tristeza.
—Te amo, te amaré por el resto de mi existencia, pero…
Bill sintió que su corazón dejaba de latir. Tom lo sabía, sabía que no estaba vivo, que era solo una carcasa de barro rellena con algo parecido a su alma. Lo abrazó con cariño y lloró en su hombro.
—Oh Tomi, te amo tanto, tanto.
Los días pasaron, los gemelos debían volver para que Tom bebiera la poción del chamán. Bill tenía el corazón apretado, podía ver la tristeza de su amado hermano.
Mientras iban en camino, Tom movió el volante tan bruscamente, que se estrellaron contra uno de los milenarios árboles del bosque. Quedaron heridos, pero el trenzado solo estiró la mano para coger la de Bill.
—Te amo y te amaré siempre, pero ya no más de esta forma…
—Tomi… —Bill perdió la consciencia y cuando despertó, la noche había caído. Vio que Tom estaba sentado a su lado, pero para su horror, las piernas del trenzado se estaban volviendo de barro, al igual que sus manos—. ¡TOM! —Gritó al ver que tenía los ojos cerrados.
—Bill. Te amo y siempre te amaré —repitió, como si su único objetivo fuera dejarle claro a su amado, que sus sentimientos seguirían vivos después de la muerte.
—Mi amado Tomi. Llévame contigo.
Con las manos un poco rígidas por el cambio de su estructura física, Tom cogió una ramita puntiaguda que descansaba cerca de él y la puso en el cuello de su gemelo, presionando con fuerzas. Sangre caliente brotó a chorros y los ojos del rubio, poco a poco se cerraron, mientras su otra mano era apretada por una forma lodosa.
Al día siguiente, Adrianno daba aviso a la policía sobre el terrible hallazgo. Nuevamente se expandía la noticia de la leyenda urbana del golem asesino, pero en esta ocasión, cada persona que relataba la historia, agregaba que por primera vez en ese siglo, que el golem se había destruido a sí mismo, para estar con quien siempre había amado.
F I N
La verdad es que es una leyenda muy triste, pero es muy famosa, quizás no en forma de golem, pero sí en traer de regreso de la muerte a algunos seres, que obviamente no vuelven “completos” y por lo mismo se tornan “malos”. En este caso, le di un toque más romántico, espero les haya gustado. Besos y gracias por visitar el sitio.